¿VAMOS BIEN? ¿VIENE LO MEJOR?
Por Alfredo Bielma Villanueva


“Vamos bien, viene lo mejor”, dice el slogan que el gobierno del estado utiliza para promoverse, insertado en la idea de que ha logrado transformar a Veracruz en mayor medida que lo hicieron sus antecesores y que en adelante estaremos mejor. Sin embargo, el slogan no por repetido parece ser admitido por la mayoría, pues la realidad a la que se enfrenta refleja una situación muy diferente y es más fuerte que la percepción que se quiere crear. En esa tesitura cabe preguntarse si el famoso dicho no resultará contraproducente a la hora de hacer las evaluaciones; cuando se haga la comparación entre lo que se dijo y lo que se hizo; cuando llegue el momento de establecer la relación del costo beneficio, del cuánto se tuvo para hacer lo que supuestamente se realizó.


Hace seis años el gobierno de Miguel Alemán promocionaba la idea de que “Veracruz es un Estado que lo tiene todo”, a lo que el aspirante al gobierno en 2004 agregó durante su campaña que “Veracruz es un Estado que lo tiene todo…por hacer”. Ingeniosa y hasta malévola composición que ahora, por esas cosas raras de la vida, corresponde a los veracruzanos descifrar si el dicho aún está vigente o si efectivamente hay un avance como el que describe el hiperbólico lenguaje oficial. Desafortunadamente no es difícil de comprobar pues, a juzgar por lo que la realidad nos enseña, nuestro Estado está aún muy lejos de patentizar el benévolo efecto de los recursos que la naturaleza ha puesto a la disposición del hombre. Desvanecer esto último con reiteradas frases de aliento no es fácil, por cuanto a que las tercas circunstancias se niegan a mostrar un rostro más amable, y lo peor es que desafortunadamente está muy lejos desaparecer, no al menos en un futuro inmediato.


“Todos ven lo que tú aparentas; pocos advierten lo que eres”, escribió Nicolás Maquiavelo cuando aleccionaba al príncipe sobre la forma de conducirse en política. Una formula que subsiste y es utilizada con mayor asiduidad en los últimos años como resultado de la globalización de las comunicaciones y de la eficiencia de la repetición para inducir a las masas hacia un determinado pensamiento. “Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”, lo decía Goebbels, y su vigencia es tan manifiesta que incluso quien la repite llega a creerla con verdadera convicción.


Un caso clásico de inducción del comportamiento de las masas lo vivió el mundo durante el delirio hitleriano que logró generar en el pueblo Alemán un sentimiento colectivo de superioridad para sostener la idea de que eran capaces de dominar al mundo. Joseph Goebbels, el ministro de propaganda de Hitler, fue el encargado de la estrategia de mantener dormida a la masa humana en un sueño casi imposible. Lo hizo aprovechando las condiciones sociales y económicas por las que atravesaba el pueblo alemán y la Europa en general, nacidas de la llamada Primera Guerra Mundial y del crack financiero de 1929-1933 que depauperó a aquella región, considerada entonces como el centro del mundo.


Es una gran verdad que en periodos de crisis la mente colectiva es presa fácil de las estrategias gubernamentales orientadas a mantenerlas en relativa calma, abriendo ventanas por donde se fugue la presión. En esas condiciones, la conciencia colectiva es sometida a intenso bombardeo mediático mientras se coopta a sus líderes para que coadyuven en el intento. Es como caminar como sobre un hilo que, o puede romperse o resiste para llegar al extremo opuesto. En México, como en Veracruz, un Estado en donde de siete millones de habitantes cuatro viven en extrema pobreza, el caldo de cultivo es propicio para cualquier brote violento.


Mucho debe hacer el gobierno de Fidel Herrera en éste su sexto año de gobierno para convencer a los gobernados de que efectivamente Veracruz es otro gracias a la labor que autocalifica como extraordinaria. Porque con slogans no se puede borrar que 15 de los 50 municipios más pobres del país están en nuestro Estado y que, según informa COPLADEVER, el próximo año habrá cuatro millones de pobres en Veracruz; que el sector público gasta 31.5% del PIB estatal (el promedio nacional es de 20.4%); ni que nuestra tasa de escolaridad es bajísima; el analfabetismo se ve imposible de abatir, pero debemos congratularnos porque en esto superamos a Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Puebla y Guerrero.


Para colmo de las dudas, sus colaboradores no le administran información precisa al gobernador. Como en el tema de los famosos puentes construidos de que tanto se ufana la presente administración. Un día (3-XII) que son 1084; otro día ( 8-XII) que son 1080; otro más (9-XII) que 1089 y uno más (16-XII) la prensa informa que son 1034 puentes más; y cuando se les cuestiona si son nuevos puentes o si muchos de los enumerados son de arreglos cosméticos el Secretario de Comunicaciones contesta con un vago: “Veracruz es muy grande y a veces vemos sólo lo que queremos ver”, ignora e invita a que en esos términos tendríamos que incluir hasta el puente Xalitic. Desafortunadamente, a los diputados, nuestros inefables “representantes”, se les olvida que entre sus funciones bien cabe su compromiso para con la sociedad, no tan sólo de legislar sino de vigilar que el Poder Ejecutivo administre con prudencia el gasto público y que, en casos como los puentes y los tractores que, según se informa han sido entregados en números de miles, para ellos resulta más que fácil comprobarlo, pero no lo hacen.


Ya para 1944 los alemanes estaban perdiendo la guerra, entonces ningún discurso, aún con la música estridente de Wagner de fondo, ni slogan alguno, parecían despertar en el pueblo germano el sentimiento de confianza que los había inflamado para hacer la guerra. El sutil sentimiento de ser la raza superior parecía ahogado por la derrota y se reflejaba en la frase del filósofo de cabecera de los líderes nazis, uno de los grandes pesimistas de la historia, Friedrich Nietzche, quien en alguna ocasión había dicho: “Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creen en ti”, Goebbels había fracasado.


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Enero 2010