FRENTES POLÍTICOS

Por Alfredo Bielma Villanueva



Poco a poco se van calentando los ánimos de la sucesión, en mayor medida en los dos partidos políticos, el PRI y el PAN que, por sus posiciones en ocasiones irreductibles, tradicionalmente hacen las veces del agua y del aceite mostrando su ancestral incompatibilidad en competencias electorales. De los otros partidos, en Veracruz ya sabemos que Convergencia pudiera dar la batalla por la índole del candidato que se perfila para ser postulado, Dante Delgado.

Los otros partidos solo aspiran a ser bisagras, unos con mayor protagonismo que otros. Del PRV conocemos sus nada profundas entrañas y que sólo aspira a objetivos económicos. Del Partido Verde Ecologista, que su existencia se ha mantenido haciendo alianzas, principalmente con el PRI. De Nueva Alianza, por las particularidades de su membresía a la que habrá que reconocer elevados índices de operatividad, que es el de más alto calibre, a pesar de su reciente noviciado. Del PT, pejista al fin, que se la jugará con Dante. Que del PRD sólo jirones quedan, después de la labor de zapa que a su interior ha hecho el operativo oficial, a tal grado que su otrora pujanza ha quedado exangüe y a expensas de los charales que a la manera de los tiburones lo desgarran desde su interior, buscando sólo el usufructo de las prerrogativas y las oportunidades que permite las bondades del régimen de representación proporcional para encaramarse en algún puesto y desde allí vender caro su amor.

Será la que viene una contienda electoral más que difícil porque estará en juego el gobierno de Veracruz, la conformación del Poder Legislativo estatal y la renovación de los 212 ayuntamientos. Adicionalmente se pone en juego la subsistencia política del recientemente formado grupo de “la fidelidad”. Obvio es decir que si los resultados electorales no favorecen a éste grupo político, el problema no sólo será de supervivencia, porque pasados los tiempos de tronar los cohetes, se avecinan los de recoger las varas, y algunas de ellas han caído en tierras cenagosas, arenas movedizas a cual más de peligrosas.

Durante éste proceso sin duda se producen pensamientos y sentimientos contradictorios entre los diversos precandidatos, algunos de los cuales mantienen lazos de parentesco. Por ejemplo, en circunstancias diferentes a las actuales, sino fuera él mismo un aventajado precandidato por el PAN, Miguel Ángel Yunes Linares, desearía que el candidato del PRI fuera su primo hermano Héctor Yunes Landa y/o, José Francisco Yunes Zorrilla. De similar manera, en la tesitura veracruzana estaría equivocado quien supusiera que Fidel Herrera y Miguel Ángel Yunes no se podrían poner de acuerdo, ya que en esta ocasión existen motivos para deducir que ambos coinciden, aunque por diferentes razones, en que la candidatura del PRI debiera ser para Javier Duarte de Ochoa. En este caso es obvio el conflicto sentimental en el que por designios pragmáticos entra el precandidato panista al preferir a otro candidato priísta que no sea su primo hermano Héctor.

Si de preferencias hablamos, ni duda cabe que al gobierno y al PRI estatal, por lo que se ve, le conviene más una candidatura panista encabezada por Gerardo Buganza que por Miguel Ángel Yunes; al menos ésa es la impresión que se advierte en la acentuada obstinación por publicar resultados de sospechosas encuestas que ponen a la cabeza de los priístas a Javier Duarte y en la de los panistas a Gerardo Buganza.

Por otro lado, está más que vista la crisis al interior del priísmo, en donde no será fácil mantener la pretendida y muy requerida unidad si se juega con cartas marcadas en la selección del candidato. La actitud de Héctor Yunes Landa al buscar la candidatura priísta al gobierno de Veracruz exigiendo un proceso limpio, transparente y democrático le ha complicado la escena al gobernador, y no ha sido precisamente por un comportamiento irregular imputable al diputado por La Antigua. Para nadie es un secreto que al interior del priísmo ha sido manifiesta la inequidad en el trato a las precandidaturas: obstrucción y censura para unos y relajada y hasta apasionada entrega para las aspiraciones del otro. En ése teatro la ciudadanía ha estado expectante y poco a poco, a través de los medios de información no enajenados a la consigna ha venido formándose una opinión al margen de la vocería oficial.

En cuanto a Dante Delgado, no cabe la menor duda que su candidatura atrae simpatías; su acertado desempeño en el cuatrienio que le tocó gobernar mantiene en Veracruz un voto duro que le sigue siendo fiel, agregado a los que le pudiera arrimar la convocatoria de Manuel López Obrador. Tiene en contra, sin embargo, a las circunstancias, o las finanzas. En los tiempos que corren las elecciones se ganan con dinero, mucho dinero, ya sea para publicidad o bien para comprar voluntades electorales. Esto último, que no debiera ser, lamentablemente es una realidad en detrimento de las instituciones creadas para evitarlo. En este sentido, para mala fortuna, el órgano electoral no goza de cabal salud pública.

Si en las elecciones municipales y legislativas de los últimos cinco años se alentó el afán para “echar mano de la imagen del gobernador”, ahora habrá que ver hasta qué grado esa estrategia pudiera funcionar a favor de su partido para sacar adelante las candidaturas. No pasa desapercibido que a medida que los tiempos se cumplen brotan signos de nerviosismo al interior de la estructura partidista que ahora hace gobierno en Veracruz. Ese síndrome provoca deslices tan infantiles como el que se les haya escapado el detalle de presentar los supuestos resultados de la encuesta de IMO a través de un contratista de los más favorecidos por el gobierno, que además está cooptado por sus personales circunstancias. Verdadero o falso el resultado de la consulta, el detalle descrito lo desvirtúa por estar cargado de desconfianzas, más aún por las súbitas y poco creíbles fluctuaciones.

En descargo del desacierto habrá que aceptar que quizás no había mucha tela de donde escoger, pues la misma impresión hubiera causado si el resultado de la supuesta consulta lo transmitiera uno de los muchísimos favorecidos con la entrega de notarías o concesiones de taxis, que es una manifiesta prueba del uso patrimonialista que actualmente se le ha dado al ejercicio del poder en el Estado de Veracruz.

Por lo tanto, la mejor encuesta es la que cada cual haga en su respectivo entorno. Principalmente que valga a los que ahora son delegados a la Convención priísta, muchos de los cuales no lucen convencidos de la aparente orientación que se le dará a la elección de su candidato al gobierno del Estado.

Como en un ejercicio democrático, auténtico, cada cual puede realizar su propia consulta y esa será la percepción más cercana a la preferencia política colectiva. Pudiera ser que el resultado varíe conforme al entorno del que se trate pero la que vox populi trae dice que el orden de las preferencias es el siguiente: Héctor Yunes Landa, José Yunes Zorrilla y Javier Duarte. Y que conste, en ello no interviene nada ad hóminem todo es asunto de Fuenteovejuna.

alfredobielmav@hotmail.com

Enero 2010