EL “ARRIOLAZO”

Por Alfredo Bielma Villanueva

En la historia política del Estado de Veracruz destacan ciertos episodios que por la trascendencia de su acaecimiento y por las características de quienes los protagonizaron son puntos de referencia de un pasado al que califican. Aquí reseñaremos uno de ellos, que la gente de la política denominó en su momento como “el Arriolazo”.


En 1970 se dio el relevo constitucional de los poderes federales, en octubre del año previo el Partido Revolucionario Institucional había destapado a Luís Echeverría Álvarez como su candidato a la presidencia de la república y para marzo de ése año se daban los consabidos jaloneos y cabildeos para seleccionar a quienes participarían como candidatos a diputados y senadores, un proceso en el que los gobernadores desempeñaban un importante papel.


Gobernaba al Estado de Veracruz el licenciado Rafael Murillo Vidal y aparte de los naturales forcejeos entre los sectores para confeccionar la lista de candidatos a diputados federales, la discusión se centraba en un candidato al senado, de los dos que cada Estado de la federación tenía. Estaba claro que uno de los candidatos sería el dirigente nacional de los petroleros Samuel Terrazas Sosaya, pero la decisión acerca del otro sí representaba problemas.


Alfonso Martínez Domínguez, el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, cabildeaba la posible candidatura al senado del Diputado por Acayucan el General Celso Vázquez Ramírez, hombre muy cercano al ex presidente Miguel Alemán Valdez y/o de Fluvio Vista Altamirano, Oficial Mayor del Comité Ejecutivo Nacional priísta; se movía en la misma pretensión Mario Vargas Saldaña, ex alcalde jarocho. Pero el gobernador había puesto todo su empeño en que la candidatura fuera para el Presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, el profesor Rafael Arriola Molina, el hombre fuerte de la Cuenca del Papaloapan. En esa determinación el gobernador contestó a una llamada del Secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia, quien le sugería otros nombres para el senado.


Respondía el gobernador que su decisión de que fuera Arriola Molina el candidato se basaba en que a solo un año de su ascenso al gobierno se mostraría como un gobernador débil si no podía hacer candidato a su presidente del PRI local. Le expresó al Secretario de Gobernación que si quería le daba toda la lista de candidatos a diputados federales para que decidieran a quien escoger, pero que su determinación a favor de Rafael Arriola para el senado era indeclinable.


Tras múltiples estiras y aflojas finalmente se impuso la decisión de Murillo Vidal y el candidato al senado fue el profesor Rafael Arriola Molina; en la otra fórmula quedó Samuel Terrazas Sosaya, quien por su carácter de dirigente nacional del Sindicato de Petroleros no tuvo problemas para postularse.


El profesor Rafael Arriola Molina era un prominente, acaudalado agricultor cañero de la Cuenca del Papaloapan, uno de los mas grandes abastecedores de la gramínea al Ingenio San Cristóbal, a cuyos propietarios, debido a su cercana amistad, apoyaba en el control de la zona de abastecimiento. Su época dorada la forjó en los tiempos en que se fundó la Comisión del Papaloapan, una dependencia del gobierno federal encargada del desarrollo de esa rica región, dotándola de la infraestructura necesaria para su despegue económico. Dos años antes del arribo de Murillo Vidal al gobierno veracruzano el profesor Arriola había sufrido una embolia cerebral por lo que se le consideraba retirado ya de la política activa. Se olvidaban que en política no hay cadáveres vivientes hasta que físicamente desaparecen pues Arriola acompañó en su campaña a Murillo Vidal, quien apenas tomó posesión lo nombró presidente del PRI veracruzano.


Ya había sido diputado federal y durante el gobierno del presidente Ruiz Cortines coincidió en el Comité Ejecutivo Nacional priísta con el Lic. Luís Echeverría Álvarez que era el Oficial Mayor del Comité encabezado por Rodolfo Sánchez Taboada. Arriola Molina era el representante del Sector Popular y entrambos no hubo química y sí muchas fricciones, lo que no cabría duda alguna a juzgar por el carácter del Profesor Arriola cuyas explosiones las sufrieron en su tiempo quienes integraron el Comité Directivo Estatal priísta que encabezó en Veracruz. Manuel Ramos Gurrión, Rubén Pabello Rojas, Carlos Brito Gómez, Carlos Domínguez Millán, Rodrigo Ángeles Pizzoloto, José Lima Cobos, Francisco Sánchez Contreras, entre otros, son testigos vivientes porque ninguno de ellos estuvo exento del ríspido carácter y del agudo sarcasmo del profesor Arriola.


Prácticamente desde el arranque del gobierno de Rafael Murillo Vidal, sin miramiento alguno para el amigo que lo rescató del remanso político, el profesor Arriola Molina inició su campaña al gobierno de Veracruz, un proyecto que pasaba por la candidatura al senado. Lograda esta escala la campaña para senador se desarrolló con visible alarde de poder político, al grado de que sus jóvenes colaboradores no alcanzaban a contener, para protegerlo de sí mismo, sus irrefrenables ímpetus. No faltaron los roces entre los candidatos al senado, provocados por el irascible acontecer del “profesor”, quien acaparó el papel protagónico en la campaña y a Samuel Terrazas Sosaya, parco y prudente lo relegó a un segundo plano.


Un lunes, llegó Arriola al despacho de su amigo el gobernador para comentarle: “Rafael, en el mitin de ayer en Cosamaloapan reuní más gente que Luís Echeverría cuando éste pasó por allá”. Mirándolo a los ojos el gobernador le aconsejó: “Rafael, no digas eso, recuerda que él es el candidato a la presidencia de la república y eso es mas importante”. Para cuando se dio la elección se repitió la dosis de imprudencia pues resultó que el candidato presidencial había tenido menor número de votos que el candidato al senado.


Pero la gota que derramó el vaso fue una declaración que le hizo el profesor Arriola al periodista José Luís Hernández Sosa, corresponsal de El Dictamen y de Excelsior en Xalapa, en el sentido de que la federación era un pulpo que se llevaba las ganancias de la explotación petrolera y no redistribuía con justicia los recursos fiscales entre los estados de la federación. La declaración fue publicada destacadamente en el Diario “Excelsior” de la Ciudad de México, con la correspondiente secuela política.


El día de la publicación Arriola Molina, desde Martínez de la Torre se comunicó telefónicamente con José Luís Hernández Sosa para pedirle que hiciera una rectificación de lo publicado en el sentido de que él no lo había expresado tal cual se publicó. Preocupado por verse involucrado en este enredijo y no deseando hacer la enmienda correspondiente, Hernández Sosa consultó acerca del asunto con el ex presidente Ruiz Cortines quien residía en el Puerto de Veracruz y éste, entre otras cosas, le expresó: “Lo que dijo Arriola es cierto, sólo que lo hizo al cuarto para los doce y no a las doce y cuarto”.


Se refería el ex presidente al hecho de que el expediente electoral de Arriola aún no había sido dictaminado por el Colegio Electoral y ya se especulaba como reguero de pólvora que era posible que no pasara. Los días transcurrieron y en las especulaciones se hacían mil conjeturas, entre ellas la de que quien iba a entrar al senado era el suplente, Juan Maldonado Pereda, y no el titular Arriola Molina. Por cierto que originalmente Juan Maldonado fue anotado para ser suplente de Samuel Terrazas pero el propio Arriola se empecinó y logró hacerlo su suplente, desplazando al líder croquista de Orizaba Daniel Sierra Rivera, hacia la fórmula de Terrazas Sosaya, viciando así la costumbre de meter en una fórmula a militantes de diferente sector partidista. De esta manera las fórmulas fueron una de obreros y otra del sector popular.


Durante el difícil trance de la espera a que el Colegio Electoral del senado turnara el caso, Arriola pidió al gobernador su intervención pero el Lic. Murillo Vidal adoptó la postura de “te lo dije”. En realidad, la declaración de Arriola había molestado al presidente Gustavo Díaz Ordaz y el gobernador, amigo de éste, bien sabía de la decisión presidencial y las consecuencias para Arriola Molina. Estas fueron el congelamiento del caso de Veracruz en tan drástica decisión que no entró ni el suplente, así, simplemente este Estado se quedó con un solo senador, que por cierto no era veracruzano pues Samuel Terrazas Sosaya, avecindado en Poza Rica, era michoacano de origen.


Enseñanzas: en boca cerrada no entran moscas; no pelees con Sansón a las patadas; en política no estás seguro hasta que cobras la primera quincena;