LA REALIDAD Y LOS DESEOS

Por Alfredo Bielma Villanueva


En esta temporada de fiestas decembrinas es usual el deseo de felicidad y bienestar hacia los demás, un uso hecho costumbre motivado más por el intenso bombardeo mediático y consumista que por un auténtico sentimiento de solidaridad humana y pensamiento religioso. Esta es al menos una reflexión personal, sin ánimo de buscar coincidencias o discordias con el criterio general, ante una mascarada de la mercadotecnia que todo lo invade y que ha sepultado para la nostalgia y la historia a una fecha que la religiosidad de las mayorías encumbró con un sentimiento de fraternidad y de esperanza hacia lo que vendrá.


Signos de los tiempos y de profundas carencias económicas en los que pareciera que quienes ahora alcanzan una determinada cantidad extra de dinero por sus emolumentos y estímulos inician de inmediato una intensa carrera para deshacerse de lo poco o mucho que reciben. Explicado esto último por las carencias anuales y los antojos frustrados que no había sido posible complacer y que al fin del ciclo medianamente son cumplidos.


Pero a la reflexión bien vale acompañarla con datos no por desalentadores menos importantes, una realidad a la que fatalmente habremos de enfrentar la mayor parte de la población mexicana una vez pasados los días de la euforia fomentada. No nos vayamos con el optimismo de las esferas oficiales acerca de nuestro futuro; mejor es poner los pies en la tierra para resistir o al menos estar preparados contra los embates de lo que nos espera sino tomamos las debidas precauciones.


Dijo el presidente Calderón que la economía nacional está sólida y que cualquiera que sea el problema de la economía estadounidense la nuestra va a resistir. Esto es una falacia que no resiste un análisis serio, sobre todo porque obedecemos al famoso “Consenso de Washington”, con todos los asegunes que ello lleva implícito.


De igual manera, no demos mucho crédito a las cifras oficiales que hablan de una extraordinaria recuperación, pues a nivel nacional y en el estatal solo se cubre una pequeña parte de la cuota anual de los empleos necesarios. Una voz que no camina en el sentido del desbordado optimismo gubernamental, sino en el de la realidad que los números le señalan, es la del responsable del Copladever veracruzano, Rafael Arias Hernández quien, en la presentación del Anuario Estadístico de Veracruz 2007, afirmó, y no sin razón, que “en la política mexicana hay muchas simulaciones, se dice lo que no se hace, se cree en lo que no se produce y lo que es más grave, se ignora a los competidores”. Habla de las víctimas de la mala planeación y que “Ese hecho ha llevado a Veracruz a los últimos lugares porque las víctimas siguen teniendo los mismos verdugos”. (Milenio El Portal 21-XII) A confesión de parte…


Tiene razón si nos atenemos a los indicadores: el PIB manufacturero de México creció a una tasa promedio de 0.6% anual durante el periodo 2001-2006. Durante el primer año de Calderón el PIB creció a una tasa de 3%, apenas igual al que teníamos cuando entró en vigor el TLCAN en 1994. Según el INEGI las población ocupada en 2006 fue de 42 millones, 604,003 trabajadores y para 2007 eran 42 millones 916 mil 568, solo 313 mil 566 mas empleos en un año. Las cifras del Seguro Social manifiestamente son más holgadas pero desafortunadamente son empleos eventuales que como en fotografía aparecen un momento y después ya no están. Para absorber plenamente a la población demandante de empleo requerimos de un crecimiento del 6%, cifra que sostenidamente habíamos alcanzado antes de la aplicación del modelo neoliberal.


Los números, que no tienen ideología ni representan color alguno, en su simpleza son muy fríos y nos enseñan que a partir del modelo neoliberal no hemos crecido al ritmo anterior a su implementación. Como el “pienso luego existo” cartesiano la lógica nos diría “bueno si con el modelo neoliberal no hemos crecido volvamos al anterior modelo que traíamos y nos hacía crecer al 6 %”. En apoyo a esta tesis ejemplificaríamos con los tigres asiáticos cuyas estrategias heterodoxas nada tienen que ver con el estricto apego a los dictados de Washington y han crecido a un ritmo de 7.1% anual en un periodo que ya rebasa los 20 años. No se diga China cuyo crecimiento de 9.5% es paradigmático, o la India que crece al 7.5% anual. ¿Será posible que podamos aplicar medidas heterodoxas en nuestra economía, al margen del consentimiento de los EEUU.?


Esta más que probado que por el camino que seguimos no vamos a seguir adelante y sí que el número de pobres va a incrementarse en nuestro país. Sobre todo con el recientemente aprobado “salario mínimo” de 4 % anual que la Comisión que lo “estudia” acaba de autorizar. Más ridículo, insultante y patético no podría ser este “incremento” cuando está más que probado que la canasta básica ya no se compra con los mismos pesos que antes por lo que, una vez más, habrá que disminuirla para que ajuste con los números oficiales.


Ante este panorama nacional no hay mucho que celebrar, y sin menoscabo de la pasajera euforia que la mercadotecnia y los medios se encargan de estimular para arrancar de los esmirriados bolsillos mexicanos lo poco que contienen habrá que ir preparándonos para lo que vendrá, que no concluye en “la cuesta de enero”, como optimistamente se dice. Sin ánimo de parecer ave de malos augurios oremos porque nuestras necesidades colectivas se resuelvan pacíficamente, sin olvidar que millones de mexicanos, antes, en estos días y los subsiguientes, no cuentan con el mínimo recurso para comprar una gallina de rancho.¡OH el eterno pesimismo! Pero, de cualquier manera, Feliz Año Nuevo


alfredobielma@hotmail.com
Diciembre 2007