¿El CULTO A FOX O FOX EL CULTO?

Alfredo Bielma Villanueva

Aunque en algunos círculos mexicanos del pensamiento se tome a chunga el que Vicente Fox haya “escrito” un libro, en los hechos, por lo que significa su movilidad política, debiera ser preocupante, pues en otros círculos de no menor importancia por el gran número de personas que los nutre, creen a pie juntillas en lo que él dice y “escribe”. Habría que recordar el ambiente que prevalecía en la Alemania de la entre guerra para suponer el caldo de cultivo que engendró al monstruoso fenómeno del nazi fascismo.


Tal vez haya desproporción en la referencia, pero en este caso no es la calidad del engendro lo que llama la atención sino el fenómeno social que lo genera. ¿Hasta qué grado de tolerancia hacia los actos de corrupción puede llegar una sociedad para exculpar a un ciudadano que, habiéndose encumbrado hasta el máximo sitial político, dilapidó su oportunidad ahogado en frivolidades que para nada sirvieron al desarrollo nacional? Todavía más, ante las múltiples constancias de falsedades y de corrupción, una parte de esta sociedad defiende al cuestionado, tal cual hacen en Chile con Pinochet algunos sectores de la alta burguesía beneficiada por éste tránsfuga de la lealtad.


Ajeno a la realidad política de México, ahora Fox presume la edición de “su” libro; él, que ni periódicos lee, se convierte de pronto en “autor” de más líneas escritas que las que jamás haya leído.


Tiene sin embargo una gran habilidad para la comunicación, sabe que desde la cabeza del imperio al que tanto venera se desparraman las noticias con mayor permeabilidad, tal es la razón de presentar su obra allá, en donde por cierto, en la medida que se le escucha, van bajando sus bonos. Así lo expresa su sustancial declive en el mercado de conferencistas internacionales, que indican que en enero de 2007 el costo de entrada para escuchar a Fox oscilaba entre 150 y 400 dólares, tal cual fue en el Dorothy Chandler Pavillion Music Center, de Los Ángeles, California. Pero en febrero, en Washington, el boleto para escuchar la disertación de Fox bajó de 150 a 85 dólares logrando apenas la mitad de la audiencia esperada y, ya en este mes de octubre, el 5, en el condado de Valle de San Joaquín, California, la entrada fue de 40 dólares. (El Universal, 10-X))


En su libro Revolution of hope, (La Revolución de la Esperanza), Fox explica la “gran obra” realizada por su gobierno, el primero democrático en muchos años en nuestro país, según dijo. Esa “gran” obra la toman acá en el solar jarocho como pretexto para levantarle una estatua cuya altura física sobrepasa, escrito sea por obvias razones, la calidad intelectual del ex presidente en cuestión, cuya condición moral está seriamente cuestionada por presuntas corruptelas cometidas en su gobierno.


Se habla, para justificar la instalación de ése “monumento”, de los “múltiples beneficios” que trajo Fox a nuestro Estado. Cualquiera con un ápice de razón inquirirá en donde estarán tales mercedes, porque en la sierra de Zongolica, por ejemplo, aún esperan su regreso, tal como prometió, para evaluar los apoyos ofrecidos o en el totonacapan en donde todavía no inicia la construcción del Puente “El Remolino”, que ofreció en 2005. Del arcón de los pendientes, habría que cuestionar también que pasó con aquel anuncio sobre la enorme riqueza petrolera subyacente en el Golfo de México, que con tanta alharaca para arrancar aplausos dio a conocer en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río en su itinerante 5° informe.


Políticamente se entiende la validez y hasta el derecho a colocar la estatua por parte del ayuntamiento de Boca del Río, es un acto de autonomía de su ayuntamiento; ni siquiera causa extrañeza que el principal promotor sea el alcalde de aquél lugar, que bien ha demostrado que la luz del entendimiento y capacidad para la gobernanza se le niegan con magna holgura. Confirmado esto último por escoger para el evento un tiempo en el que al homenajeado le ventilan trapos al sol. Pero el hecho forma parte de la tendencia de nuestra cultura a crear mitos y en este sentido en el panteón panista la figura de Don Manuel Gómez Morín ya no les dice mucho. Requieren por lo tanto de un nuevo santoral que con todo y la enorme mediocridad que Fox demostró, y sigue manifestando, pareciera que está, sino a la altura, sí a un correlativo nivel con sus promotores.


Carente de vocación para la lectura, no se cree que a Vicente Fox lo haya incitado a “escribir” un libro las palabras que Víctor Hugo, el gran literato Francés, expresó ante la tumba del no menos extraordinario novelista galo Honorato de Balzac: “desde ahora en adelante, las miradas no se dirigirán a las cabezas de los que reinan, sino a las de los que piensan”. La duda se justifica porque entre las características más sobresalientes de Fox está la de ser un célebre iletrado; de allí que estemos lejos de imaginar que haya leído a Balzac, por lo que no puede estar a tono con lo que afirmara el gran novelista Ruso León Tolstoi: “En mi tiempo se aprendía a escribir leyendo a Balzac”. ¿Apuesta usted a que Fox jamás ha oído, no leído conste, que existió Balzac?


En cuanto a la famosa estatua, servirá, entre otras bagatelas, para dar sombra, para que se la coma el salitre, para hacer chistes, para escribir comentarios y, sin duda, para estimular el ingenio jarocho, que pronto se expresará en los agudos chascarrillos de que suele hacer gala.


alfredobielma@hotmail.com
Octubre 2007