LA DENUNCIA Y LA RÉPLICA
Alfredo Bielma Villanueva



Atrapado con los dedos en la puerta, el Diputado Federal Marcos Salas se encuentra con la magnifica oportunidad de trascender en su entorno político si lo que públicamente declaró lo confirma ante las autoridades correspondientes, acerca de que hubo irregularidades en la construcción del distribuidor vial xalapeño, recientemente inaugurado por el ejecutivo estatal.


Está en la disyuntiva de denunciar o callar para siempre, porque el desmentido a su dicho partió del gobernador del Estado a través de una inusitada expresión: “Hay por ahí un diputado federal que anda diciendo señalamientos infundados e incorrectos y yo esperaba de mis colaboradores que asumieran la aclaración profunda, pero como no ocurre yo la quiero hacer ahora y entrarle así de frente (…) La obra del distribuidor es una obra convocada en tiempo con ley, que arrancó en una estimación de 48 millones de pesos y que por diferentes circunstancias técnicas se instaló a los 75 millones, pero es una obra de gran calidad, e especificaciones altas que yo quiero que sea revisada a plenitud”.


Lo afirmado por el gobernador no es de poca importancia pues, por un lado, la ciudadanía requiere de manejos honestos de los recursos que encarga a quienes gobiernan para que les den un uso correcto y productivo, que traiga beneficios generales y que no enriquezcan ilícitamente a quienes tienen la responsabilidad de manejarlos y, por otra parte, si el diputado tiene pruebas que demuestren su afirmación, qué mejor que satisfaga la confianza de la población que lo eligió, presentándolas ante la instancia judicial o administrativa que corresponda, o en ambas, para dilucidar cualquier duda.


Pero si su expresión sólo tuvo motivaciones políticas y electoreras, sin base alguna que le de firmeza, demostrará falta de seriedad en su conducta, que para nada beneficiará al ya deteriorado concepto que se tiene de los políticos y de los diputados en lo particular. Estos últimos, porque en vez de comportarse como auténticos representantes de la sociedad, una vez adquirida aquella condición, se dedican a hacer ejercicios malabáricos con el poder, anteponiendo su provecho personal a los populares que ocasionaron su origen.


“Lengua larga, cola corta”, es el término que la voz pública utiliza para señalar a quienes, abusando de la afirmación fácil son frenados porque, con frecuencia, como dice la poesía sor juanesca, son “la ocasión de lo mismo que culpáis”. En este caso se trata de un contratista que sabe de tabuladores, de tal manera que si él dice que el costo de la obra está inflado y presume irregularidades hay que parar orejas.


Hay, sin embargo, un pero importante: el propio diputado Salas es un favorecido de contratos de obras camineras, y ya en algún diario se ha sugerido, como mensaje subliminal para “acalambrarlo”, que las obras que su empresa hace adolecen también de serios defectos, introduciendo así la duda respecto de que al escuchar el mensaje se inhibirá de volver a tocar el tema. Y, una vez más, la población quedará, como el chinito, “nomás milando”.


Además, de lo subliminal se pasó abiertamente a la contrarréplica, como lo hizo Arturo Quitarte al expresar de Salas “Yo lo conozco demasiado. Sé cómo se comporta para conseguir contratos para su constructora. Lo conozco desde la Cámara de la Industria. Utiliza a los medios para presionar al gobierno para que le den millonarios contratos. Siempre lo ha hecho. Pero a nosotros no nos va a ablandar”. De la citada Cámara surgen escritos recordando que estuvo en prisión, ¡pero qué necesidad!

Por lo ponto es grave la impresión que dejará el diputado sino aclara lo que expresó. Importa porque, como dice el refrán “calumnia que algo queda”, y porque su afirmación viene a levantar aún más polvo a la conseja reinante que habla del famoso 15, 20 y hasta 30% que, se dice, entregan por concepto de comisiones los favorecidos por el contrato de una obra. Si bien estamos en un año electoral y en política se tejen muchas argucias, especialmente las que ensucian, la ciudadanía no debe quedar en medio de esas intrigas. Ya es hora de adecentar la política, la ciencia más identificada con el pueblo.


Marcos Salas es diputado federal, llegó a esa posición como candidato del Partido Acción Nacional, tiene pues en el Congreso local una bancada que solidariamente, si es verdad su dicho, lo podría avalar. Luego entonces, su silencio respecto al tema sólo le atraerá sospechosas deducciones.


De haber sido sólo una perogrullada política entonces los ciudadanos tenemos el derecho de reclamarle su ordinariez, pues requerimos de representantes populares serios; que recuerden su origen ciudadano. Que respeten el voto que los llevó a la posición que ahora ocupan; que no olviden que son parte de un conglomerado social que circunstancialmente votó por ellos y esta acción amerita una respuesta honorable a la confianza depositada.


Por otro lado, el gobierno tiene la obligación de aclarar al menos un punto. La obra se entregó, por cualquier razón que se esgrima, con cuatro meses de retraso; eso finalmente sería una pecata minuta. Pero tuvo un incremento de 27 millones de pesos respecto del proyecto original, lo que sin ser especialistas en construcción ni en finanzas públicas, se observa que son muchos millones de diferencia. Significa, eso sí no tiene vuelta de hoja, que estuvo pésimamente planeada porque no es posible tal desfase, más aún considerando que un manejo correcto, honesto y evaluado tiende siempre a abatir costos.


Tiempo y costos desfasados en un país como el nuestro no es la gran novedad, pero desde el enfoque ciudadano es conveniente que la autoridad transparente sus acciones, tal y como el gobernador lo apunta al proponer la conformación de una comisión que investigue y esclarezca lo que haya que aclarar.


En fin, una actitud categórica la del gobernador por defender la posición de su gobierno respecto de la obra pública al exigir que quien acuse pruebe. A parte de la Jauría desatada en su contra (“el que se lleva se aguanta”), si no hay cola que pisar y si efectivamente hubo desarreglos o arreglos en lo oscurito, es tarea y obligación del diputado Salas probarlo. En ese empeño, si pruebas tiene y las presenta, contará seguramente con el aval ciudadano, de lo contrario, como en los juramentos se dice, que se lo demande.

Enero 2007