EL ANTIGUO RÉGIMEN

Alfredo Bielma Villanueva



El Antiguo Régimen mexicano, no por añejo es menos reconocido como el hacedor del México moderno. Un Régimen que caducó sin resolver el grave expediente de la pobreza extrema, cuyas condiciones en México permanecen intactas para gran parte de la población nacional, según el decir de la Oficina de las Naciones Unidas en este país. Cuando nos referimos al “Antiguo Régimen” es para describir al Sistema Político Mexicano en el que las decisiones se tomaban verticalmente a partir del presidente de la república, incluida la de nombrar al sucesor al cargo; se refiere también a la supeditación de los poderes legislativo y judicial al poder ejecutivo federal; a la línea política que tiraba al Partido Revolucionario Institucional para orientar sus acciones; a la disciplina de sumisión de los gobernadores al presidente y, en resumen, a la actitud de pleitesía de la ciudadanía hacia su primer mandatario. Con la salida del PRI de los Pinos cambió la correlación de fuerzas y, en parte, los procedimientos están en pleno proceso de transformación.


La relación del poder central con los estados varió, de la misma manera que entre los poderes de la federación no existe ya la absoluta dependencia del legislativo respecto del ejecutivo. De igual manera el sucesor en la presidencia de la república ya no es obra de la decisión cupular del presidente y su reducido entorno, ahora las candidaturas se someten a la voluntad ciudadana y aunque con inmaduras instituciones, el número de votos es determinante. Faltan, sin embargo, muchos cambios por realizar para ajustar el nuevo régimen a las circunstancias sociales y económicas de México. Una de ellas, por cierto irremplazable, es la reforma del estado, la que debe incluir, entre otros temas, la desaparición del concepto de la elección de diputados por representación proporcional, cuya existencia dejó de tener las bases que le dieron cabida.


El siguiente cuadro expresa una de las facetas del Antiguo Régimen, el poder del corporativismo priísta para hacer llegar a sus pilares y beneficiarios a las Cámaras Legisladoras. El 20 de octubre de 1996, el periódico Reforma publicó un cuadro en el que enmarca “las 18 carreras más largas en el Poder Legislativo” basado en el número de veces en que accedieron a los recintos legislativos:


Las 18 carreras más largas en el Poder Legislativo
1930-2000 (hasta la LVII Legislatura)
Actor político
Partido
Diputaciones
Senadurías
Elecciones
Total años
1. Blas Chumacero Sánchez
PRI
6
2
8
30
2. Emilio M. González Parra
PRI
4
3
7
30
3. Carlos Sansores Pérez
PRI
4
2
6
24
4. Alfonso Sánchez Madariaga
PRI
2
3**
5
21
5. Hilda Anderson Nevárez
PRI
4
1
5
18
6. Jorge Cruickshank García
PPS
4
1
5
18
7. Luis M. Farías
PRI
4
1
5
18
8. Alfonso Garzón Santibáñez
PRI
4
1
5
18
9. José Luis Lamadrid Souza
PRI
4
1
5
18
10. Humberto Lugo Gil
PRI
2
2
4
18
11. Eduardo Luque Loyola
PRI
2
2
4
18
12. Víctor Manzanilla Schaffer
PRI
2
2
4
18
13. Norberto Mora Plancarte
PRI
2
2
4
18
14. Héctor Hugo Olivares Ventura
PRI
2
2
4
18
15. Juan José Osorio Palacios
PRI
6
0
6
18
16. Óscar Ramírez Mijares
PRI
3
2**
5
18
17. Leonardo Rodríguez Alcaine
PRI
3
2**
5
18
18. Jesús Yurén Aguilar
PRI
2
2
4
18
** Uno de los períodos como Senador fue electo por tres años.
Fuente: Periódico Reforma, suplemento Enfoque, 20 de octubre de 1996 p. 4.


( la lógica interrogante del investigador veracruzano por no ver incluido en este cuadro el nombre del Licenciado Fidel Herrera Beltrán, pudiera ser despejada por el hecho de que para la fecha en que se elaboró, el gobernador veracruzano no había adquirido aún la condición de senador que, como es visible, es otra de las referencias de este cuadro. Vale explicar también que varios mexicanos más han llegado a las cuatro diputaciones y no aparecen en la relación).


En términos generales el marco sólo habla de lo cuantitativo, porque por sí sólo no expresa experiencia legislativa pero nos permite un sin fin de observaciones. De los 18 que allí aparecen, seis fueron líderes obreros: Blas Chumacero, Sánchez Madariaga, Emilio González, Jesús Yuren, Juan José Osorio, Rodríguez Alcaine y dos dirigentes campesinos: Ramírez Mijares y Alfonso Garzón. La única mujer que aparece fue sempiterna dirigente femenil. Cuatro llegaron a gobernadores: Emilio González, Nayarit, Carlos Sansores Pérez, Campeche, Luís M. Farías, Nuevo León, Víctor Manzanilla, Yucatán. Luís Farías Lideró en dos ocasiones la Cámara de diputados; Sansores Pérez lideró a diputados y senadores en su momento, y fue dirigente nacional del PRI. La lista sería más extensa si, por ejemplo, Fidel Velásquez se hubiera propuesto llegar a las Cámaras legisladoras, constituiría a no dudarlo la más larga de nuestra historia.


El cuadro enmarca también una de las características del sistema de cuotas legislativas a los sectores del PRI y a los otros Partidos; esta es la razón por la que dirigentes campesinos y populares transitaban intermitentemente de Cámara a Cámara; un fenómeno que se sigue dando como lo demuestran los casos de Jesús Ortega y Pablo Gómez que llevan en su haber varios años saltando de una cámara a otra. El caso de Jorge Cruikshank, por varios años dirigente del Partido Popular Socialista es revelador, pues llegó al senado tras una negociación en la que se hizo víctima a Alejandro Gascón Mercado, quien fue dejado en el camino después de haber competido con las siglas del PPS por el gobierno de Nayarit y posiblemente ganó la elección sobre el general Rogelio Flores Curiel del PRI. Pero gracias al comentado conciliábulo Cruikshank accedió a la senaduría por Oaxaca, en donde compitió como candidato de su partido, apoyado por el PRI, ¡tiempos de aquella alianza!


Aquí es donde destaca la participación política de actores como Fidel Herrera Beltrán que, sin formar parte de un grupo político determinado ni beneficiario del juniorismo, como Héctor Hugo Olivares en el recuadro, logró cuatro diputaciones y un escaño en el senado para ascender después al cargo de gobernador de su Estado. Vale también para Sansores Pérez quien consolidó un cacicazgo de consideración en la península yucateca. Pero la historia política del país encierra casos que siendo de excepción son la expresión de las condiciones sociales. Es el caso de Cervera Pacheco en Yucatán, dos veces gobernador de su Estado, dirigente nacional campesino, diputado y senador, que concluyó su trayectoria perdiendo como candidato la alcaldía de Mérida.


El viejo régimen empezó con estertores en 1987 cuando la “Corriente Crítica” le discutió al presidente de la república el derecho de la base partidista a elegir candidato presidencial, algo que no estaba a discusión. Pero la ciudadanía no entró en ese juego porque cuando se le convocó a decidir en 1988, a pesar de tener opciones ideológicas y partidistas respetables, como Clouthier y Cárdenas, aquella elección arrojó una abstención del 66%. Ya en pleno ascenso del proyecto neoliberal en 1994 el voto del miedo empujó a la ciudadanía a refrendar su apoyo al PRI, pero a cambio le regateó el poder eligiendo diferenciadamente el Poder Legislativo.


Después, en pleno apogeo del modelo neoliberal se transformaron las relaciones políticas, vino la “sana distancia” y todo cambió. La relación ya no es la misma entre los partidos y el gobierno y la de los partidos entre sí; la relación entre los poderes; las instancias del poder en México han cambiado su relación en la que la Conago está reverdeciendo los marchitos laureles del federalismo. La participación ciudadana, incipiente aún, al fin parece estar despertando de su ya largo letargo respecto de su concepción del poder y de sus relaciones con él.


Ahora se habla de la reelección de diputados y alcaldes, lo que habría que considerarse una vez que los tabúes que rechazaban la reelección de cualquier tipo han venido derrumbándose. Pero hay un mal social que desaparecer, aunque sea un mal producto de nuestra cultura: el de considerar que los puestos públicos, incluyendo los de elección popular, son para medrar con cargo al erario. En otras culturas, la sajona por ejemplo, participar en la cosa pública implica menguas en los ingresos familiares pues, al no atenerse más que a los emolumentos establecidos e impedido para pedir el famoso 10, 15 o 20%, que entre nosotros es común, no tendría ingresos adicionales; porque de así obtenerlos se expone al escarnio público.


Además, debemos desterrar de nuestro comportamiento político el prometer mientras se aspira lo que se olvidará cuando se consigue gracias al voto ciudadano. Para evitarlo, habrá que instrumentar medidas, como la que el ex gobernador chiapaneco Albores Guillen puso en práctica al hacer, en tiempos de campaña, que el actual gobernador Sabines firmara ante notario público la llamada “Declaración de Comitán”, por la que se comprometió a cumplir un Plan de Desarrollo Estatal si ganaba el gobierno. Así cambiaremos, poco a poco, nuestro subdesarrollado entorno político.


Diciembre 2006