¿CATARSIS O SIMULACIÓN?

Por Alfredo Bielma Villanueva



Han transcurrido tantos lustros viviendo entre la corrupción y la impunidad que renace la esperanza al menor asomo de combatirlas, como cuando se escucha decir a la primera autoridad estatal que “la Honestidad no es un discurso” y que ya no habrá más espacio para la impunidad. Alienta el que acompañe a las palabras con la acción e inicie una cacería de ex servidores públicos municipales que no pudieron justificar documentalmente una administración honesta de los recursos. No son pocos los colocados en la tesitura de la orden de aprehensión, de entre ellos unos ya penan cárcel y otros se han dado a la fuga gracias a la benévola e irresponsable anticipación con la que se dio a conocer la decisión de aprehender a los infractores. Bien calificaba Alemán a quienes dicen lo que van a hacer. O, a lo peor, el aviso fue parte de una estrategia para solo encarcelar a quienes no pudieran escapar.

Si bien no es deseable incurrir caer en la impostura de nunca estar de acuerdo y criticar permanentemente los actos devenidos del poder público, quizás porque la burra está muy arisca después de tantos palos, se teme que el aviso anticipado a la acción justiciera, aparte de sospechoso “pitazo”, sea una cortina de humo para encubrir otras acciones, o al menos desviar la atención. Puede que no sea así y bordemos en la inicua sospecha, pero la realidad informa que más de la mitad de los pájaros de cuenta levantaron el vuelo una vez conocida la noticia y también nos dice que entre los indiciados la mayoría son simples charales comparados con el gran número de tiburones municipales y estatales que se fueron con las alforjas llenas de recursos ilícitos.

“No hagas cosas buenas que parezcan malas”, dice el refrán; casualidad o coincidencia, pero la noticia sobre las detenciones, de suyo alentadora, parece desmerecerse en una maniobra para encubrir otra noticia de no menor importancia:

Paralelamente, casi de manera simultánea, el Congreso local aprobó la Cuenta Pública 2009 correspondiente al anterior gobierno estatal. Según la crónica del Congreso el asunto no estaba incluido en la orden del día de la sesión en que se aprobó, y se acompaña con la queja de la bancada panista en el sentido de que no les dieron a conocer el dictamen para su oportuna revisión. Comentarios hubo en el sentido de que los diputados-la mayoría- votaron a ciegas un asunto que nunca conocieron. Eso no ayuda ni a la democracia ni a sus colaterales implicaciones que son, entre otras características, la transparencia y la rendición de las cuentas.

La estrategia-coincidencia o casualidad de ambas acciones- tampoco ayuda a la voluntad política del gobernador Duarte de Ochoa, quien en el curso de dos días dio muestras de ajustar la acción a las palabras y emprender una campaña de auténtica limpieza ambiental contra las ratas de cuello blanco y, por otro lado, reducirle la obesidad al aparato administrativo del gobierno estatal, lo que parece ser un claro deslinde de la anarquía administrativa y del desordenado gasto público a los que de manera indecorosa fue proclive el gobierno que le antecedió.

Ahora, si bien en la apariencia que encubre la aprobación legislativa le han salido bien las cuentas al gobierno que se fue, en la conciencia de la opinión pública quedan muchas incógnitas por despejar, porque no cabe ninguna explicación al sinnúmero de obras inconclusas asentadas como liquidadas y de otras más cuyo costo ha sido evidentemente inflado. Uno de ellos es el “libramiento” de Cardel, (una obra que Fidel Herrera anunció en marzo 2008 pero que apenas en febrero de 2010 se terminaron de saldar los derechos de vía con el pago de 16.5 millones de pesos a doce ejidatarios, según se informó) que, ya inaugurado, no libra absolutamente nada para quienes transitan de Xalapa a Veracruz y viceversa. Sin embargo, muy en el estilo fideliano se dijo, según Notiver de 8 de agosto de 2010: “Lo más difícil ya lo logramos”, señaló Fidel Herrera Beltrán, al referir que esta obra fue una de las que más riesgos y complejidades presentó durante su régimen, debido a que no fue contemplada en el Plan Veracruzano de Desarrollo y sin embargo se ejecutó por su relevancia, al igual que otras 20 obras de importancia vital para los veracruzanos”. ¿Costo de la obra?: 450 millones de pesos, según declaró el entonces gobernador el día de la inauguración y nadie aclaró lo contrario. Sin palabras, porque la longitud del “libramiento” no rebasa los diez kilómetros.

Esa cantidad no se justifica ni se ve por el lado que se le busque; pero en la obra no se encontrará. Otro caso para la araña son las obras del afamado túnel sumergido de Coatzacoalcos, cuya revisión arrojaría un extremado olor a cloaca, tal y como se comenta en aquella ciudad sureña. ¿Y la Brecha Huasteca? ¿Y---¿

Estos y muchos expedientes más son asuntos que están permeando en la conciencia cívica de la sociedad veracruzana, desde cuya médula se clama por transparentar la información a su respecto. Si bien es alentadora la voluntad del actual gobernador veracruzano para sanear la administración de los recursos públicos, bien valdría la pena levantar un poquito la mira y entonces resultará que no solo habrá charales en los calabozos del Estado sino auténticos tiburones que medraron a su entera voluntad con el recurso de los veracruzanos.

Hay más, mucho más, solo es cuestión de jalarle un poquito el hilo que desmadeje el nudo gordiano, que esperamos se devele aunque sea parcialmente cuando el 16 de febrero el Secretario de Finanzas informe sobre el monto de la deuda a proveedores, que bien debiera completarse con un informe real acerca de a cuánto asciende la deuda pública veracruzana, directa e indirecta. Esa sería la plataforma ideal para empezar a creer que va en serio la voluntad de transparentar todo el proceso administrativo del aparato político de Veracruz. Porque de otra manera, como dijera el gallego: sino, no.

alfredobielmav@hotmail.com
Febrero 2011