¡ARRANCAN!
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Alfredo Bielma Villanueva



La fecha que da inicio al proceso electoral del presente año en Veracruz fue enmarcada por los reclamos de los dirigentes del PRI, PRD y Convergencia acerca de un presunto Instituto Electoral Veracruzano empanizado; mala señal en tiempos en los que el resultado de las votaciones no se presentan muy holgados e introduce un elemento vital: la desconfianza. Esto último representa un contrasentido a los motivos que dieron origen al órgano electoral, pues su razón de ser es precisamente la de otorgar seguridad, transparencia, lejos de cualquier pizca de suspicacia. No olvidemos que por la crisis de representatividad y escasa convocatoria partidista los problemas de legitimidad son más recurrentes.


Mientras tanto, poco a poco, paulatinamente, se irá conociendo la manera en cómo cada uno de los partidos políticos ha planteado sus respectivas estrategias electorales para la contienda de septiembre próximo. Según sus circunstancias obviamente tratarán de sacar el mayor beneficio posible, algunos tendrán que escudarse con el recurso de las alianzas, a las que, excepto el PAN, ningún otro partido ha declarado que no vaya a recurrir a ese expediente.


El Partido Acción Nacional es en el Estado de Veracruz el que cuenta con un mayor número de alcaldías en su poder; en términos de la población gobernada por el panismo en el nivel municipal, es considerable la proporción de veracruzanos que están bajo su égida. Este es tal vez el motivo por el que el dirigente estatal ha señalado que obtendrán triunfos en la mayor parte de los 212 municipios. Alguna razón de peso más que el simple optimismo lo avalará, lo cierto es que un hecho incuestionable es que el ejercicio de poder desgasta y si los alcaldes de su partido no han sabido allegar beneficios y satisfactores a sus gobernados, será difícil obtener la ratificación del mandato. Además, no es ocioso repetir que desde que el PRI ya no es hegemónico cada elección es diferente.

Qué decir del Partido Revolucionario Institucional, que de la hegemonía absoluta derivó a la oposición y se encuentra en el más que difícil trance de recurrir a las alianzas, sin las cuales se antoja pensar que no pasaría la prueba. Diagnóstico patético para un dramático fin de su era. Ya no es este el Partido a vencer, el otrora todopoderoso órgano político que derrotaba a quien se le pusiera enfrente, cual locomotora imparable, con mecanismos impecablemente aceitados, ya no lo es más.


Formalmente, el PRI no es oposición en el Estado de Veracruz, si se considera que el gobierno estatal lo detenta un priísta. Sin embargo, su rala presencia en gobiernos municipales, su disciplinada bancada en el Congreso local para la que el PRI solo existe en tiempos electorales, su estructura estática, su ancestral disciplina para esperar la línea, su dependencia de viejos cacicazgos, su incapacidad para retener cuadros de militancias comprobadas, su desencuentro con las múltiples obras del gobierno, etc., no le han sido suficientes para reposicionarse.


Por el contrario, se observa cómo el panismo ha ido ocupando espacios de poder, tal y como lo denota su recia presencia en órganos tan importantes como el Orfis y, peor para los efectos de una elección, en el Instituto Electoral veracruzano; ya desde 2004 se habían adueñado de la Comisión de Vigilancia del Congreso estatal. Se antoja argumentar que, sin ser gobierno en Veracruz, su peso específico es incomparablemente más productivo y sólido que el del Partido Revolucionario Institucional.


Como ya se estableció, el ejercicio del poder desgasta, el poder tiene un precio y, en el caso del gobernador veracruzano, aunque su dinamismo personal es manifiesto, se nota un acentuado desfase entre su hiperactividad y la de su partido. No hay correspondencia entre una y otra acción y aunque no faltará quien afirme que no es imprescindible por la diferencia de ámbitos de cada cual, partidista uno, de gobierno el otro, sería una apreciación errónea porque, en este caso, legítimamente el primer interesado de que el PRI o su proyecto avance es precisamente el propio ejecutivo estatal.


Aquí es donde interviene con notoria importancia la presencia y la actuación del Partido de la Revolución Democrática y el Partido de Convergencia. Particularmente este último, considerando que su dirigente nacional es veracruzano y aspirante al gobierno del Estado. Ya se está haciendo histórica la alianza entre el PRD y Convergencia, ambos se requieren; aquel porque las divisiones a su interior le han obstaculizado el avance y no ha podido trascender con su militancia a sectores más amplios de la población y Convergencia porque Dante Delgado debe consolidar su plataforma de acción para sus propósitos de suceder a Herrera Beltrán.


Como el gobierno del Estado está en el centro, entre el PAN y los demás partidos, y requiere de ultimar alianzas, la tendencia más lógica será hacia el PRD y Convergencia, un razonamiento que estos entienden con el pragmatismo que es moneda de curso común en la actualidad. Serán alianzas circunstanciadas porque para ellos ahora el adversario a vencer es el PAN. Lo harán por supuesto en la conurbación Veracruz-Boca del Río, pues geopolíticamente este eje se ha convertido en la joya de la corona. Nada impactaría más a la conciencia blanda de las masas que una derrota del PAN en su principal enclave. El puerto y Boca del Río son el aparador de Veracruz, la virtual puerta de entrada al Estado, y por allí entró el PAN.


Por añadidura habrá que considerar que en ese corredor del centro veracruzano está Córdoba, un sitio en el que gracias a Dante Delgado el PAN se vio fortalecido, independientemente de la recurrente tendencia panista de la población cordobesa. Recordemos que en 1997, desde su reclusión, Dante maniobró para que la gran simpatía que tiene en su tierra adoptiva se volcara a favor de Juan Bueno Torio, del PAN, en contra, ¡OH! paradojas de la vida, de Fernando Perdomo Bueno, en aquel entonces candidato del gobierno de Patricio Chirinos, al que a trasmano Dante derrotó en venganza más dulce que la miel.


¿Cómo enfrentar el proceso en la conurbación? Un posible escenario: PRI, PRD y Convergencia compartiendo los dos municipios; uno para el PRI y otro para Convergencia-PRD, cruzando las posiciones, en una para alcalde en la otra para diputado, dependerá de las probabilidades de los posibles candidatos. No hay que olvidar que fue allí en donde el PRI salvó la gubernatura; basta con imaginar el hipotético contexto si Dante Delgado no le hubiera restado la importante porción de votos al PAN de Buganza en esa zona. Por otro lado, la capital del Estado la ganó el PRI en 2004 con un candidato ciudadano que se resistía a identificarse con aquellas siglas. Fue su perfil apolítico el que le permitió superar con holgura a su más cercano competidor de Convergencia y PRD, cuya convocatoria le sumó tal número de votos que, en otras circunstancias, hubieran sido suficientes para obtener la victoria.


Si de algo puede presumir Veracruz- no se sabe si para beneplácito o no pues lo ideal es que la politizada fuera la población toda- es de una clase política bastante numerosa, ahora ubicada en un crisol pluralista que se expresa en una gama pluripartidista igual de nutrida. Si añadimos que al margen de partidos existen grupos de presión y grupos políticos de importancia completamos la amplitud de opciones. A la sólida estructura de Vanguardia Veracruzana habrá que agregar ahora el grupo recientemente presentado por Jorge Uscanga Escobar, todos prestos a la participación política.


Vanguardia Veracruzana tiene la particularidad de registrar en sus filas a buena parte de la clase política; a ella pertenece gran número de políticos con experiencia partidista y de gobierno son, dicho esto sin segunda intención, la memoria política del Estado; los hay con antecedentes positivos, otros son rémoras de sus padrinos pero finalmente habrá de coincidir en que, si hubo intención de desplazarlos o de relegarlos, las circunstancias obligan a reconsiderar la estrategia. Esta es la hora de sumar y aunque Vanguardia es plural pues en su seno hay quienes militan en diferentes siglas, todos tienen un origen común: el Partido Revolucionario Institucional, para el que la operación de restar debe ser prohibitiva.


El Partido Verde Ecologista, el Partido del Trabajo, el Partido Nueva Alianza y el Revolucionario Veracruzano completan la amplia gama partidista de Veracruz, todos son importantes, ya no hay minorías absolutas, y su destino inmediato dependerá del acierto de sus estrategias. Los dos primeros ya guardan experiencia en la participación con alianzas a su conveniencia. Los dos últimos, pero no menos importantes, tienen una experiencia electoral previa que ahora podrán acrecentar.


La sociedad mexicana, la veracruzana no es la excepción, se va construyendo nuevas reglas de pesos y contra pesos en el comportamiento político y en la medida en que se incremente la participación ciudadana en los asuntos de todos mejoraremos nuestros procedimientos políticos. Mayor transparencia y mejor control de los procesos electorales significará un perfeccionamiento democrático y, por lo consiguiente, fortalecimiento de nuestras instituciones.


212 municipios y 50 diputaciones son el premio a alcanzar de manera inmediata. Políticamente es mucho más que una alcaldía o diputación lo que está en juego, es el inmediato destino político de Veracruz y de los veracruzanos.

Enero 2007