AGUA, ACEITE Y TRANSFUGUISMO
Alfredo Bielma Villanueva


El agua y el aceite mantienen una conformación molecular que les impide mezclarse entre sí; si bien no se repelen, la densidad del aceite es mayor de tal manera que cuando se juntan es visible que el agua flota sobre aquel. Este fenómeno de la física ha servido para ejemplificar que no es posible que personas con disímiles caracteres coincidan en sus apreciaciones con la frecuencia deseada. Con las debidas proporciones y la plasticidad que las condiciones sociales implican, institucionalmente así ha sido el caso histórico del PRI y del PAN, que durante décadas no coincidieron en sus enfoques respecto del destino de país que queríamos; sobre todo cuando el PRI mantenía hegemónicamente el poder para sí y se dignaba, obligado por las circunstancias, a reconocer de vez en cuando uno que otro triunfo a la oposición.
El nacimiento del PAN en 1939 significaba un reclamo al gobierno cardenista por la tendencia de extrema izquierda que Lázaro Cárdenas le había impreso a su política social, privilegiando el interés nacional y en el tránsito de su aplicación lesionaba intereses particulares. Si bien difería con ligeros matices del movimiento sinarquista expresado en la Unión Nacional Sinarquista creada en 1937, al Partido Acción Nacional lo inspiraban también los dictados del alto clero mexicano y la naciente burguesía que consideraba a la política de Cárdenas como una amenaza para sus intereses. No obstante, históricamente es difícil refutar la calidad humana y preparación política y académica de Manuel Gómez Morín, cuya militancia ideológica lo distinguía entre los mejores de la etapa constructiva de la Revolución en la que coincidió, entre otros, con Vicente Lombardo Toledano, otro de los paradigmas individuales de aquella época.
Fue Lombardo quien disertó en los siguientes términos sobre el nacimiento del Partido Nacional Revolucionario“El PNR fue creado por el general Plutarco Elías Calles, cuando dejó de ser presidente de la República, para seguir gobernando al país sin responsabilidad. Como artificio de un solo individuo, el PNR fue visto con repulsión desde su origen, no sólo por el proletariado sino por todo el pueblo de México. Sin contingentes, sostenido por una cuota de los empleados públicos, impuesta a estos por el propio general Calles estaba condenado a desaparecer tan pronto como hubiera un Presidente de la República responsable de su propia conducta y terminara, así, la influencia personal del que le había dado origen.”
El propio Lombardo Toledano analiza el nacimiento del Partido de la Revolución Mexicana que reemplazaría al del Callismo y que sustentaría a las políticas del cardenismo: “El nuevo partido de la Revolución no debe ser un partido exclusivo del proletariado; debe ser un partido que asocie a los principales sectores del pueblo de México en una alianza vigorosa para combatir a la reacción y al fascismo, para respaldar al Gobierno del Presidente Lázaro Cárdenas y para asegurar en el futuro el cumplimiento de los postulados de la Revolución y el desarrollo de la Revolución misma, de acuerdo con las condiciones históricas que se presenten. El nuevo partido de la Revolución, en consecuencia, deberá integrarse por los obreros organizados, por los campesinos organizados, por el Ejercito Nacional y por los sectores femenino, juveniles y de la clase media ya constituidos, tomados en su conjunto, para que al mismo tiempo que exista cohesión entre sus miembros individuales, reestablezca una alianza permanente entre esos sectores del pueblo, que deberán compartir mancomunadamente la responsabilidad de la orientación política del país”.
Puede afirmarse sin temor a equivocación alguna que los militantes de estos partidos mantenían un perfil ideológico tan recio que era difícil pensar en la sola posibilidad de que existiera un entreveramiento de membresías y militancias. Rojo o Azul, difícilmente azulgrana, como se está observando en estos tiempos en el que la ideología ha sido relegada y es la que menos cuenta.
Felipe González, el ex presidente Español, del Partido Socialista Obrero Español (PESOE), en su visita a México en 2005 analizó puntualmente el fenómeno que calificó de “Transfugismo Político” al observar el pragmatismo adoptado por algunos actores políticos, aspirantes a gobernar sus Estados, cual grillos en danza, saltando de un partido a otro al son de sus muy personales intereses. Ahora, de lejos, habrá confirmado su observación cuando en plena campaña presidencial Genaro Borrego, Diodoro Carrasco, entre otros, sin consideración ninguna, le hacían la mala obra al partido que los había encumbrado políticamente.
El Transfuguismo, que no pocos llaman traición es, por reiterativo, una de las causas que llevaron al PRI al triste tránsito de la hegemonía a la patética oposición, obligándolo además a servirle de comparsa al PAN, como acaba de ocurrir en las elecciones de Chiapas y se trasluce en Oaxaca. En este teatro de operaciones observamos la imposible mezcla del agua y del aceite porque, traduciéndola a los términos electorales, será difícil que un añejo militante priísta o panista coincidan en las pretensiones que las acomodaticias cúpulas pretenden imponerle.
Con estos antecedentes, muy frescos por cierto, es alentador que en Veracruz se inicien reformas en el ramo de lo político electoral que actualicen nuestra normatividad a las condiciones que prevalecen; es necesario que así se haga porque otros Estados de la república nos llevan considerable ventaja. Chiapas, por ejemplo, posee una de las más avanzadas aunque, por lo visto, incompleta legislación pues admite todavía el transfuguismo militante. Esperemos que los legisladores locales veracruzanos se comporten a la altura de las circunstancias y, si pueden, enriquezcan el contenido de la iniciativa; que aprovechen la oportunidad histórica de protagonizar positivamente su participación, pero esta vez que sea para bien de nuestra entidad.
Por otro lado, está claro que la norma jurídica que no se ajusta a las condiciones sociopolíticas y económicas no tendrá en los hechos vigencia alguna, y que si queremos que la práctica del transfugismo llegue a su fin y se incremente la participación ciudadana en la cosa pública se tienen que modificar viciosas conductas políticas como la venta de candidaturas a alcaldías, el amiguismo, el compadrazgo, que los partidos presenten candidatos elegibles por su honorabilidad y no por su trayectoria política, y desaparecer de una vez y para siempre la recomendación producto del pago a favores en campaña, etc. De otra manera, la más avanzada de las legislaciones terminará en rotundo fracaso, como lo ha sido el marco jurídico que sabios juristas mexicanos propusieron y fueron legisladas pero que, desafortunadamente, las ambiciones personales y de grupo, hicieron a un lado procurando evitar su cumplimiento, pues sometieron la ley a la política.
2006-08-26
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