EL “NUEVO” PRI

Alfredo Bielma Villanueva

Convulsionado hasta lo más profundo de su estructura, el Partido Revolucionario Institucional inicia en el Estado de Veracruz una nueva etapa, ajustado a sus circunstancias porque es diferente a las que vive en otras entidades, por ejemplo en Tabasco y en Chiapas, que están en plena agitación motivada por muy próximas elecciones que decidirán, según el resultado, el curso de los respectivos destinos de los Comités Directivos priístas. Mientras se define qué grupo encabezará El CEN, en los hechos ya no hay PRI “nacional”; en lo inmediato cada una de las estructuras estatales definirá su quehacer según el calendario electoral, la inspiración, la experiencia y el proyecto personal o intereses de grupo del gobernador correspondiente. Esto es en lo que respecta a los Estados gobernados por el PRI; porque en aquellos en donde este partido es oposición, su único respaldo político y económico es el Comité Ejecutivo Nacional y no pueden, por lo tanto, romper su cordón umbilical respecto del centro, para ellos el diagnóstico es patético y el pronóstico se avizora bastante oscuro.

En materia de Partidos Políticos, quien podría regatearle a Fidel Herrera su vasta experiencia partidista ni su poder discrecional para orientar, en Veracruz, los cambios y los acomodos necesarios para que el PRI esté en aptitud de salir airoso en la contienda electoral del próximo año, por la que se renovarán el Poder Legislativo y los ayuntamientos de los 212 municipios en que territorialmente está dividido este Estado. La inmediatez de lo que se avecina obliga al Ejecutivo local a trabajar con tiempos apretados, según se está observando en el acontecer veracruzano. Vistos los resultados de la reciente elección federal tan magros para el PRI, esta organización tiene que trabajar a marchas forzadas y por esa razón se observa que el gobernador no pierde tiempo en contemplaciones. Lo vimos en la manera en cómo resolvió los relevos en el PRI, en cómo apunta el relevo en la CNOP y, entre otros movimientos, lo vemos en la designación del nuevo titular de la Secretaría de Desarrollo Social y en cómo va perfilando a posibles candidatos en diferentes Distritos.

Urgido, al margen de los tiempos estatutarios porque el calendario apremia, el gobernador releva a Edel Álvarez Peña y en su lugar ubica a un elemento de su entera confianza, quien además se ajusta a su proyecto de abrir los espacios políticos a la juventud en el Estado. La premura obliga a descuidar los formulismos, ¿Democracia interna? ¿Proceso abierto, aunque sea simulado, para elegir cabezas de sectores? ¿Consulta Interna? No hay tiempo para eso; tampoco el PRI está ya en condiciones de seguir deteriorándose por pugnas internas de sucesión. La simulación se quedó en los mejores tiempos; quien manda es el gobernador y él requiere espacios para sus proyectos, por lo que operará para que por la vía electoral llegue la gente de su confianza y evite la reedición de un Congreso local no maleable o, lo que sería peor, que triunfen mayoritariamente individuos que le signifiquen oposición y entorpezcan el proceso del relevo constitucional. La que viene es más que una rutinaria elección de alcaldes y diputados, quiérase o no será también el refrendo o una reconvención a la actividad del titular del ejecutivo estatal. Por ello el gobernador reestructura sus cuadros, como en la dependencia encargada de estudios municipales, en donde ha ubicado a otro de sus cercanos para que investigue y elabore cuanto antes los perfiles de los posibles precandidatos a alcaldes y diputados; será una de sus fuentes confiables de información para configurar el fichero político correspondiente; o a subordinados que manda a Cosamaloapan. En realidad nada nuevo bajo el sol, porque la historia, aun con variantes, se repite.

Veamos porqué: Después de la aciaga elección de 1988, ya como presidente, Salinas de Gortari procedió a realizar los necesarios cambios partidistas que ajustaran al PRI a las nuevas condiciones sociopolíticas del país. Por la elección presidencial se enteró en carne viva que la estructura partidaria estaba rebasada por la realidad y que los viejos moldes del corporativismo, aherrumbrados por el tiempo, ya no funcionaban con la eficiencia de otros años. Presionado por la demanda ciudadana creó las instituciones electorales que la sociedad exigía para dar certidumbre a los procesos electorales.

Para remediar entuertos puso Salinas al frente del PRI a Luís Donaldo Colosio a quien, después de hacerle pasar el trago amargo de la “concertacesión” que significó entregar Baja California al PAN, le encomendó reestructurar al partido lo que, junto con el Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol), y la Reforma Electoral, fueron tres de las líneas que su gobierno seguiría para no repetir en 1994 la conflictiva situación de 1988. Quizá tenía en mente aquella promesa que Jorge de la Vega Domínguez le hiciera en plena campaña electoral, acerca de que los sectores del PRI acarrearían 20 millones de votos para el candidato Salinas, quien apenas juntó 9.6 millones. Era necesario pues cambiar al PRI, por esta razón en la XIV Asamblea de septiembre de 1990 en la Declaración de Principios se definió a este partido como una organización “de ciudadanos, organizaciones sociales y sectores”.

Se creó el Consejo Político Nacional, un órgano de dirección colegiada en el que se a representantes sectoriales, al presidente y al secretario del CEN partidista. Se estableció la consulta directa a la base para elegir a dirigentes y candidatos del partido, excepto para la candidatura presidencial y del presidente del PRI pues no podía soltar esta última facultad para dejarla a la deriva. Pero la preocupación también se centraba en la estructura ya que los sectores no estaban funcionando como recolectores de votos ni de simpatías; la convocatoria sectorial estaba menguada y electoralmente no convencía a nadie. Al interior de las clases obreras, campesinas y populares se vivía una discusión permanente respecto a la crisis económica que venía padeciendo el país por lustros y ya era difícil persuadir a las cabezas de familias acerca de que se podía continuar por el mismo camino.

El Sector Popular creó la Secretaría de Apoyo a nuevos Movimientos Sociales cuya misión era la de servir de correa de transmisión entre el partido y las organizaciones apartidistas. Para empezar, se cambió el nombre a la CNOP por el de UNE con el lema de “ciudadanos en movimiento”, que traducía la idea de privilegiar la ciudadanización del partido. Luego se estableció la estructura territorial de Une a partir de la colonia, la unidad habitacional, para lo que se crearon los comités de colonias y los consejos municipales. “La nueva organización UNE habrá de convertirse en un pilar de la reforma del nuevo PRI y de la ampliación de la vida democrática en México” decía Colosio.

Convencido de que era la hora de despertar la participación ciudadana, Colosio insistía en que “el tránsito de una política fundada en las organizaciones y los gremios a una que ponga en primer lugar el trabajo con las organizaciones territoriales en las colonias populares y con los ciudadanos, estableciendo a la colonia como célula básica y al municipio como el ámbito de concertación política”. Después, con Genaro Borrego en la presidencia del PRI, en febrero de 1993, el Sector Popular celebró una reunión nacional en Veracruz en la que se creó el Frente Nacional de Organizaciones y Ciudadanos para que sirviera de enlace entre la ciudadanía y el Partido. En ese mes se forma lo que-a mi juicio- se concibió como instrumento de la política clientelar más grande de México, el Movimiento Territorial Urbano Popular, “el gran brazo político y social de los amplios grupos populares” que demandaban servicios públicos. Para organizarlos en ese propósito se crearon los Comités Sociales de Base articulados con los órganos del Partido. En esa “modernización” partidista se aprovechó para darle un nuevo discurso al PRI que fue el del “liberalismo social”. Y, para cerrar la pinza, se nombró a Colosio en la Sedesol.

Llegaron las elecciones de 1994 las que, muerte de Colosio de por medio, demostraron un incremento sustancial en la votación para el PRI; aunque posteriormente, la “sana distancia” y otras circunstancias cuya mención alargaría el presente comentario dieron al traste con todo, a juzgar por los tristes resultados que tienen al PRI colocado en la oposición y como la tercera fuerza política en la república.

La historia enseña a quien quiere entenderla pues algo nos recuerda a Sedesol el programa actual de Oportunidades. En la memoria colectiva de los veracruzanos perduran los resultados electorales del 2004 y los más recientes de este año que no presagian nada bueno, por eso es que ya se hizo el cambio en el PRI, ya se perfiló candidato para la CNOP, en Desarrollo Social ya se anunció el relevo, ¿Qué faltará para cerrar la pinza? Poco vivirá quien no lo vea.

Agosto 2006
alfredobielma@hotmail.com