ENTRE EL REMOJÓN Y LAS QUIMERAS
Alfredo Bielma Villanueva


En funciones de gobernador del Estado, el licenciado Miguel Alemán Velasco posó para las cámaras semi sumergido en las aguas del Golfo de México, precisamente frente a las instalaciones de la planta nucleoeléctrica de Laguna Verde. La idea era expresar la confianza con la que se debe ver que el funcionamiento de esa imponente mole no contamina a aquellas. Pero la terrible experiencia que han vivido los pueblos circunvecinos de Chernobyl en Rusia y Tres Millas en los Estados Unidos rebasa con mucho la intención de un gobernador mexicano, quien quiera que este sea, por convencer de lo contrario.

Lo anterior viene a cuento por la fotografía que la prensa local publicó el miércoles 2 de agosto acerca del chapuzón que se dieron los Secretarios de Salud y de Turismo del gobierno estatal en la playa Martí, ubicada en la conurbación Veracruz Boca del Río. A parte de lo patético que resulta ver esa imagen de dos servidores públicos sumergiéndose en las aguas severamente contaminadas de esa porción del Golfo, para intentar convencer, en plena temporada vacacional, que lo asegurado por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, el pasado mes de julio acerca de que esa playa presenta un alto grado de contaminación, no corresponde a la realidad es ridículo, pues no han pasado treinta días de aquel dictamen y, que se sepa, las causas que lo propician no han cesado, ya que es el drenaje que desemboca a cielo abierto sigue vertiéndose en esas aguas. Argüir a favor de su dicho que las cosas han cambiado por las inconclusas obras de saneamiento es querer establecer un diálogo de sordos con supuestos retrasados mentales, como se pretende suponer que son los destinatarios de la torpe intención.

En la década de los sesenta, cuando Veracruz era aún un “rinconcito donde hacen su nido las olas del mar”; cuando la playa de Villa del Mar era nuestra excelencia y las tardeadas domingueras acompasadas por el Danzón el gran atractivo adicional, dos terribles tarascadas de tiburón hicieron época al resultar muertos un par de bañistas en aquellas playas. En previsión de nuevas agresiones de escualos las autoridades pusieron redes que limitaban la posible imprudencia de los nadadores; como la noticia tuvo alcance nacional, entonces se adujo acá en la aldea que la publicación era obra de otros centros vacacionales, de Acapulco principalmente, para que no fuéramos su competencia. Así de simple, así de ilusos; y no porque nuestra bahía carezca de belleza, a la que además enriquece el calor humano de nuestra gente, sino porque en aquel entonces el gobierno federal destinaba cantidades millonarias para la promoción y el fomento del desarrollo turístico del puerto guerrerense, mientras que nosotros apenas aspirábamos a que se terminara de construir el puente sobre el río Papaloapan, en el puerto de Alvarado, que relegara para siempre al registro de la nostalgia el “paso de la panga”.

Casi medio siglo ha pasado y aún manejamos los mismos argumentos, en el sentido de que somos objeto boicot de aquellos a quienes “hacemos competencia” en el ramo turístico nacional y que por esa razón nos embisten con la mentira de las playas contaminadas. Como Veracruz es más que una playa, a cualquier vecino porteño parecerá vano el argumento, pues todo habitante de esa zona sabe a ciencia cierta el grado de contaminación de las playas, simplemente porque las huele y tiene oportunidad de observarlas directamente. Lo que no es aceptable por irresponsable y antitético, es ocultar a quienes nos visitan el riesgo que implica adquirir alguna enfermedad el meterse en esas indiscutiblemente contaminadas aguas.

Personalmente me inclino por la versión que nos da greenpeace, que por su reciedumbre institucional y moral lo aleja de toda sospecha de parcial localismo. Aunque ignoro el grado de convencimiento que pudieran tener los Secretarios de Salud y de Turismo entre quienes los conocen, sería lamentable que quienes nos visitan, atraídos por la belleza natural del lugar y confiados en que, por la posición burocrática que ahora ocupan estas personas están diciendo la verdad, se metan al agua y contraigan una enfermedad que les representen trastornos y gastos adicionales; y después manden recuerdos poco gratos, que en este caso sería para los promotores de la supuesta sanidad de esas playas.

Pero al margen de la fugaz aunque entretenida disputa por una playa contaminada, en otro sitio de interés turístico, sin el glamour que tiene el puerto, pero no menos bella Región de los Tuxtlas, un ciclo llega a su fin al cerrar sus puertas el Hotel Zamfer de San Andrés Tuxtla. Su propietario explica que la razón del cierre es porque ya no es negocio y resulta incosteable mantenerlo abierto y porque- dijo- “no veo por ningún lado que entre el turismo”. Comentó que el turismo, que hace años hubo para esa ciudad, ahora está caído y que en los folletos o mapas que entrega la Secretaría de Turismo no aparecen ni Santiago Tuxtla ni San Andrés Tuxtla, “se brincan de Alvarado hasta la ciudad de Catemaco”. En este caso habría que preguntarle al titular del Ramo en Veracruz, una vez que se seque del remojón, si alcanza para Los Tuxtlas una parte del impuesto que ahora se cobra para la promoción turística.

Quizá haya que reconocerle al Secretario de Turismo su gesto, tal vez melifluo pero heroico, de bañarse en aquel caldo de cultivo para promover el turismo, pero no es con mentiras como vamos a salir adelante. Obvio es decir que si bien habrá aportado tema de jocosos comentarios en las mesas de café de aquel puerto, el gesto será inútil porque el letrero de “playa contaminada” no se va a quitar hasta una nueva y confiable medición que lo haga posible. Promoción y Fomento es lo que se requiere para a través de la imagen, de la información y de aceptable infraestructura atraer al visitante, y no solo a las playas, porque si en este renglón nos superan otros destinos turísticos, culturalmente somos un pueblo con una riqueza extraordinaria en vestigios prehispánicos, ciudades con calificación internacional y sitios históricos insuperables. Dejemos para la frivolidad los burdos chapuzones y aprovechemos con responsabilidad el entusiasmo empresarial que existe en este importante Ramo en todo el Estado de Veracruz.

Agosto 2006
alfredobielma@hotmail.com