DE TIBURONES A CHARALES

Por Alfredo Bielma Villanueva



Azarosa y patética ha sido la vida del equipo de fútbol Tiburones Rojos en los últimos seis años; azarosa por lo incierto de su futuro y patética porque después de haber contado con la “asesoría” técnica y deportiva del alto mando político del gobierno estatal (tal vez por ello) descendieron a segunda división y su valor en pesos sufrió una tremenda deflación que transitó desde los 90 millones de dólares (Fidel Dixit en 2005) a solo 30 (¿O 13?) millones de pesos en que fueron vendidos en 2009.

Fue al inicio del gobierno de Fidel Herrera cuando empezaron a conocerse públicamente lo que sucedía en la administración del Equipo futbolero. En 2006 el Poder Judicial ordenó al ex secretario del Comité Técnico del Club Tiburones Rojos el pago de mil 372 millones 154 mil pesos. Así lo confirmó el Secretario de Finanzas de aquel entonces en su comparecencia ante el Congreso.

Se formó un debate sobre el asunto del Club que fue despejado en enero de 2007 por el coordinador de la fiscalía especializada en delitos cometidos por servidores públicos  al declarar que no habría sanción penal para ex funcionarios alemanistas involucrados en los manejos del fideicomiso de los Tiburones Rojos y del 2% a la nómina.

Para abril de 2007 Fidel Herrera habló de vender el Club: “Tenemos un gran patrimonio que ya está saneado, se liquidó el fideicomiso, es totalmente propiedad de Veracruz, es la segunda vez que se salva de un descenso y esta campaña la arrancamos a media tabla, terminamos en el hoyo, no queremos hacer esto.” Ya para ese entonces el equipo estaba valuado-según la Secretaría de Finanzas- entre 230 y 240 millones de pesos y que había varios empresarios interesados en comprarlo.

En mayo de 2007, según el Informe legislativo de la cuenta pública de 2004, se comprobó un daño patrimonial de 188 millones de pesos en el Club Tiburones Rojos.
La diputación perredista se quejaba que no se llevaba a cabo ninguna acción para solventar el caso del Club porque “el ORFIS hace un trabajo, nos lo turna a nosotros, podemos no aprobar las cuentas y presentar las denuncias, pero éstas regresan al Ejecutivo porque la Procuraduría es un órgano dependiente de este Poder y puede decir a este sí, a este no y  ahí nos entrampamos en un círculo vicioso, llegamos a lo mismo, aunque haya culpables puede ser que nunca ejerzan acción penal y ahí se queda todo”.
En abril de 2008, ya cuando los Tiburones se habían ido a la Primera A, Fidel se exorcizó: “éste, (el equipo) el que se fue, no se hizo en mi administración” y “esos tiburones no eran los que yo quería tener”, así que vendrá un club deportivo que “nos llene de orgullo”… el gran reto y la gran oportunidad es “rehacer un equipo profesional que responda con energía, con valor, con entrega y con pasión a una afición que ayer lloraba”. Y, como siempre, descargó culpas: “Éste, el que se fue, no se hizo en mi administración, ustedes mejor que nadie saben el largo vía crucis y recorrido de todo tipo que se ha tenido y esa era pues una cuestión que quisimos evitar, pero no se pudo; lo veo como una gran oportunidad de replantearlos”.

Pero la prosopopeya continuó, porque dijo el gobernador, Fidel, que el equipo era un “poderoso atractor de inversiones y de turismo” y que los veracruzanos debían estar seguros que habría fútbol porque importantes empresarios de México, Estados unidos y  hasta de Europa, (así lo declaró)  se interesaban en los Tiburones Rojos. Aunque luego aclaró que los estadounidenses “se inhibieron”, hecho que atribuyó a un medio impreso de la ciudad de Veracruz. 

Al fin, en junio de 2008 el gobierno anunció la venta del club Tiburones Rojos de Veracruz en 30 millones de pesos. En julio de ese año el gobernador presentó la iniciativa de decreto para que el Congreso del Estado concediera la autorización para enajenar el certificado de afiliación, el nombre comercial y la marca del equipo de futbol soccer Tiburones Rojos de Veracruz. En la exposición de motivos de la iniciativa de decreto el gobernador Fidel Herrera expresaba que “su gobierno ha decido ir en alianza con el sector privado para que, sin abdicar o renunciar a su responsabilidad institucional de estimular al deporte y robustecer nuestra cultura deportiva, cuente con nuevos y mejores instrumentos que fortalezcan la presencia del deporte veracruzano en el ámbito nacional”. Ariscos, los diputados modificaron el dictamen en su fracción sexta y anexaron una fracción séptima, la cual determina que el Gobierno del Estado no destinaría subsidio alguno para el equipo de fútbol Tiburones Rojos de Veracruz, establecía consideraciones para fijar el precio base de la enajenación y que los recursos que se obtuvieran se destinarían para construcción de espacios deportivos y becas para deportistas… “El gobierno del estado vende tiburones a precio de charales”, se dijo.
Debido a la polémica que se levantó por el bajo precio en que se iba a vender al equipo, el gobernador rechazó que este fuera a ser rematado en 30 millones de pesos, como lo denunciaron diputados locales del Partido Acción Nacional. “No sabemos qué precio, de dónde lo sacaron, pero ya ven que ellos (los diputados del PAN) mienten mucho. Si ellos traen a algún comprador que da eso, ese no lo vamos a aceptar”. Sin embargo declaró que dejaba la tarea de la venta al patronato presidido por Gabriel Romano. Colateralmente, el titular de Sefiplan, Salvador Sánchez Estrada afirmaba que la franquicia estaba valuada en 13 millones de pesos

Finalmente vino el anuncio de la venta de los Tiburones al grupo de empresarios encabezado por Raúl Quintana y Marcos Fastliicht Sackler en 30 millones de pesos. “Yo soy el dueño, solo pido que confíen en mi proyecto, a partir de ya lo que pase con este equipo es mi responsabilidad, a mí ya me habían ofrecido otros clubes, pero yo dije, si no es América o los Tiburones, yo no le entró” fueron las primeras palabras de Raúl Quintana luego de ser presentado como el nuevo dueño del equipo jarocho en julio de 2009.

Toda la operación estuvo envuelta en ribetes de opacidad; está es la razón por la que  no extraña, ni sorprende, ni asombra la intervención de autoridades estatales en los destinos del Club, cuando se supone que es propiedad privada. Pobres Tiburones, ahora solo falta que un perro los orine.  Azarosa y patética existencia.

Como reflexión al calce, bien vale la oportunidad para recordarle a aquellos malosos que arguyen que Fidel Herrera no alcanzó para los veracruzanos ninguna meta destacable, ésta es una prueba contundente de lo contrario: es el primer gobernador que logró descender a Primera A al equipo Tiburones Rojos, y como prueba de eficiencia  y destreza (antihéroe al fin) en el manejo de las finanza públicas está el haber depreciado una franquicia, que según él mismo valía en 2005 noventa millones de dólares, a solo 13 millones de pesos en 2009. Notable y citable.

Abril 2011